En estos días, revisando bibliografía sobre el duelo encontré en un libro un antiguo dicho latino “Mement mori” que significa más o menos “recuerda que has de morir”. Es una de esas frases sabias que si han llegado hasta nosotros es que son de alguna utilidad.
Todas las personas hemos padecido pérdidas y muertes pues son procesos universales a los que nos enfrentamos los seres humanos. Cuando una persona padece una pérdida sea del tipo que sea (la de un ser querido, de capacidades físicas y/o psíquicas, económicas, materiales, de la pareja en una separación etc), se desencadena un proceso de elaboración de la misma que se denomina proceso de duelo.
El proceso de duelo se define como el conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que siguen a la perdida de una persona con la que el sujeto estaba psicosocialmente vinculado (Tizón 2.004). Cuando se da una pérdida en nuestra vida es como si una parte de nuestro mundo, un edificio creado para esa persona u objeto cayese por completo, dejando solo un montón de escombros. El proceso de duelo es la reconstrucción de ese edificio (metáfora que plantea Neymeyer para simular el desarrollo de este proceso).
El proceso de duelo tiene las siguientes características según diferentes investigadores:
- Es Normal. Este proceso es algo que nos ocurre a todos en algún momento de nuestra vida frente a una pérdida significativa, aunque las formas de afrontarlo sean diferentes en cada persona. Aunque sintamos, pensemos o hagamos cosas distintas, es normal reaccionar ante una pérdida.
- Es un Proceso. Cuando una persona sufre una perdida suele tener la sensación de que el mundo se paraliza y de que va a aquedar de esa forma en adelante. No obstante, sabemos que el duelo es un proceso que evoluciona a través del tiempo.
- Es Dinámico. La persona experimentará cambios a lo largo del tiempo como cambios de humor y de la sensación de bienestar – malestar. Esto implica que la persona que lo experimentará tendrá idas y venidas.
- Depende del reconocimiento social. Cuando una persona sufre una pérdida, son ésta y su entorno quienes reciben el impacto, por lo que la persona iniciará un proceso individual pero también colectivo.
- Es Intimo. Es por este componente que existe la posibilidad de desarrollar reacciones diferentes frente a situaciones similares, de modo que cada persona reaccionará frente a la pérdida como haya aprendido o como pueda en ese momento.
- Es Social. Las pérdidas pueden conllevar rituales culturales como por ejemplo el enterramiento de víctimas, las misas de difuntos, etc.
- Es Activo. La persona tendrá un papel activo en la elaboración de su propia pérdida por que es quien deberá hacer sus propias elecciones y darles un significado.
Así pues, el proceso de duelo aparecerá tras una perdida significativa y se desarrollará como la forma que tiene la psique de curarse, al igual que hace el cuerpo a través de procesos de cicatrización después de las heridas.
El trabajo psicológico y el acompañamiento en el proceso de duelo mediante atención psicológica especializada, es una de una de las intervenciones que requiere de un perfil más humanista por parte del profesional.
En realidad, los psicólogos actuamos como copilotos que guiamos, pero el doliente es quien lleva el volante. La atención psicológica especializada es para el doliente un espacio libre donde va a poder transitar por sus emociones, especialmente las que menos “aceptables” son en otros espacios sociales. Exponer envidia, ira, enfado, rabia sin ser juzgado. El exceso en el deseo de aceptación en muchos casos también nos hace llegar a situaciones de gran ansiedad. Ira y miedo al rechazo son dos componentes en la elaboración del duelo, muy difíciles de expresar y canalizar y es en ese espacio libre donde vamos a poder ser capaces de elaborar todos estos sentimientos. Otra de las emociones que más se repiten en las personas que acuden al psicólogo por un duelo es la Culpa, uno de los grandes problemas de los seres humanos que nos podemos encontrar en muchos procesos, y en el duelo de una forma muy marcada.
¿Cuál debe ser el papel del psicólogo ante la culpa del doliente? Nuestro papel como psicólogos, no será el de sacar de ahí a nuestros clientes, más bien es la de investigar ¿para qué sirve?, si hay esas emociones, es porque sirven para algo, aguantar la tentación de no reestructurarla, sino ayudar a elaborar a nuestro cliente su veredicto final. Dar diferentes salidas a las que la sociedad ante este tipo de situaciones habitualmente propone, y que evidentemente a la persona que nos reclama ayuda no le están sirviendo. Son los propios dolientes los que nos dicen lo que es funcional y lo que no lo es.
Me gustaría cerrar este texto con una cita de la poetisa Emily Dickinson “no es morir lo que nos hace daño, nos duele más la vida” porque … la vida continua.