La ansiedad es un trastorno cada vez más común en nuestras sociedades, y se manifiesta de multitud de formas que pueden variar de una persona a otra.
Los motivos por los que aparece la ansiedad en nuestras vidas también son muy variados, ya que puede ser causada por el estrés del trabajo, por un examen, una situación sentimental complicada, etc. Aunque, en muchos casos, la causa no está clara y es simplemente una sensación angustiante que nos puede afectar gravemente.
La ansiedad es un sistema de defensa adaptativo y natural que nuestro organismo utiliza para alertar de una situación que puede resultar amenazante. En realidad, un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas. Una ansiedad moderada puede ayudarnos a mantenernos concentrados y afrontar los retos que tenemos por delante.
En ocasiones, sin embargo, el sistema de respuesta a la ansiedad se ve desbordado y funciona incorrectamente. Más concretamente, la ansiedad es desproporcionada con la situación e incluso, a veces, se presenta en ausencia de cualquier peligro ostensible. La persona se siente paralizada con un sentimiento de indefensión y, en general, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. Cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona se considera un trastorno.
Síntomas característicos de la Ansiedad
Los síntomas de la Ansiedad son muy variados y pueden clasificarse en diferentes grupos:
Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, alteraciones de la alimentación, tensión muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad, alteraciones del sueño, etc.
Psicológicos: Inseguridad, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, sensación de vacío, de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones.
De conducta: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, dificultad para actuar, impulsividad, inquietud, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad y el lenguaje corporal: posturas cerradas, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.
Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados, sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.
Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.
No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas.
En todo caso, si te has sentido identificado/a con estos síntomas y crees tener Ansiedad, debes ponerte en manos de un profesional que te ayude a evaluar y determinar exactamente las causas para tratar este problema, que por supuesto, se puede trabajar y corregir.
¿Cómo abordar la ansiedad desde la atención psicológica especializada?
Entre las técnicas más habituales para el tratamiento de la ansiedad dentro de la atención psicológica especializada están las siguientes:
Técnica de Distracción:
Se trata de realizar mentalmente cualquier forma de distracción que evite centrarse en los pensamientos que generan ansiedad, como por ejemplo cantar, sumar, hablar con alguien, centrarse en sensaciones internas como los latidos del corazón, etc …
Respiración diafragmática:
Se trata de concentrarse en la respiración lenta y pausada contraria a la respiración sofocada que suele acompañar a los estados de ansiedad.
Técnicas de Relajación:
La ansiedad suele empezar con una sensación que se valora como peligrosa, lo que provoca que se ponga en marcha un sistema de alarma con sus consiguientes respuestas fisiológicas de defensa.
Se trata de pasarle el control del sistema nervioso simpático, que es el que activa el mecanismo de la tensión muscular para huir ante un posible peligro, al sistema nervioso parasimpático que es el que controla nuestras reacciones fisiológicas cuando estamos relajados, con una tasa cardiaca más baja, una respiración más lenta y pausada y una menor tensión muscular.
Autoinstrucciones:
Son mensajes o frases que la persona se dice a sí misma cuando empieza a notar los primeros síntomas de la ansiedad, y que pretenden contrarrestar esos pensamientos que disparan el círculo vicioso de la ansiedad.
Pensamiento Positivo:
Son básicamente frases o pensamientos positivos que la persona se dice a sí misma para anticiparse y que no suceda el círculo vicioso.
Otros métodos para combatir la ansiedad son hacer ejercicio físico, y llevar hábitos de vida y de comida saludables, etc.